A veces las grandes historias comienzan con algo tan simple como un balcón. O dos. 
En Madrid, los de Elisa y Jorge estaban pared con pared, y entre riego de un rosal y miradas cómplices fue naciendo una conversación, luego una risa... y después lo demás. 

Lo que empezó como un "hola" al sol, terminó convirtiéndose en una historia compartida, de las que se construyen sin hacer ruido pero con mucha verdad. Hoy ese balcón es solo el  principio del recuerdo, porque su vida se ha llenado de planes, de casa, de risas y de una familia preciosa que lo dice todo sin necesidad de explicaciones. 

Esta es su historia. Y empieza exactamente aquí.